St. George Symphony Orchestra

Solistes i Cor de Cambra de València

Francesc Estévez, Director musical
Teresa Albero, Soprano
Serena Pérez, Mezzosoprano
Jesús Álvarez, Tenor
Sebatià Peris, Baríton

Testamento musical

Casi la totalidad de las obras para iglesia que compuso Mozart vieron la luz en el periodo comprendido entre 1765 y 1781, mientras estuvo al servicio del príncipe-arzobispo Colloredo en Salzburgo. A partir de 1781, un Mozart maduro y libre, instalado en Viena, no produciría más que otras tres obras religiosas: la monumental Gran misa en Do menor en 1783 y, en el último año de su vida, el motete Ave Verum y el Requiem que no llegó a concluir.

La música religiosa de Mozart, en especial las misas, fue objeto de críticas normalmente negativas, alcanzando mayor intensidad en el siglo XIX. Es considerada música más propia para un escenario que para el culto y devoción en la casa de Dios. Sin entrar en ese debate, hoy en día esta música se nos muestra clara, directa, espontánea, llena de humanidad, brillante, recogida y cálida. En ella están presentes el estilo severo, el contrapunto y el fugado junto con la melodía, la fluidez y la expresividad de las escuelas italianas.